¿Cuándo y cómo comenzaste en el mundo de la fotografía? ¿Cuáles fueron los motivos impulsores?
Me empecé a tomar en serio la fotografía como objeto de estudio académico. Fue al licenciarme, cuando cursaba el máster de Estética y me planteaba el doctorado, en el 90-91. Convergieron una serie de lecturas (textos surrealistas, Benjamin, Barthes, y sobre todo El espectáculo informativo y El discurso televisivo, de González Requena) que me convencieron de su potencia y a la vez desatención teórica. A lo cual se unió la pura fascinación.
¿Cómo crees que ha ido evolucionando el papel de la fotografía como función social? ¿Como consideras que será su futuro papel o los desafíos que deberá afrontar?
Yo no hablaría de una función social, sino muchas. Es uno de los problemas que siempre se ha planteado a la hora de definirla: el “texto” fotográfico puede servir a los discursos más variados. En cuanto a los usos sociales más extendidos, es evidente que, como en otras formas de expresión, se han ido imponiendo los ritos comunicativos sobre todo, y especialmente sobre la economía del archivo sobre la que se fundó históricamente. Tenemos un síntoma de ello en la preferencia de los jóvenes por Snapchat y similares, frente a la caída en desuso de Flickr. Joan Fontcuberta y los teóricos de la postfotografía dan pistas muy reveladoras al respecto.
En cuanto Pa-ta-ta Festival, ¿cómo podrías describir tu experiencia en él? ¿Cómo consideras el papel de los festivales en cuánto a la fotografía de autor?
Hasta ahora solo he tenido experiencia como público y, bueno, jurado en un par de ediciones. Creo que es una iniciativa muy estimulante, que ayuda a difundir los valores de la fotografía y favorece la afición por ella. En ese sentido, los festivales me parece que han contribuido al buen momento que vive, tanto en términos profesionales como de usuario común.
¿Qué fotógrafos/as y/o teóricos recomendarías o admiras?
Uf! Ya he dicho otras veces que soy incapaz de responder a estas preguntas… ¡Son tantos! Pero, por no escabullirme, te suelto lo primero que me venga a la cabeza… En cuanto a teóricos, creo que La imagen precaria (Del dispositivo fotográfico), de Jean-Marie Schaefer, sigue siendo una referencia válida y, en muchos sentidos, no ha sido superada. Lo que sí han surgido después son un montón de estudios parciales. Pero quizá se haya avanzado más en los aspectos ligados a la Historia de la fotografía. Dentro de ellos, a mí me ha interesado sobre todo los que han seguido el paradigma del fotolibro, en el que ha tenido un papel muy destacado Horacio Fernández. Pero si es difícil señalar nombres de estudiosos, mucho más me resulta hacerlo en el caso de autores. ¡Son legión! Y encima ahora, que tenemos por delante la escena global… Yo, por ejemplo, en Instagram sigo a algunos nombres clásicos, como por ejemplo Daido Moriyama, pero también a otros prácticamente desconocidos como, ya que he mencionado a un japonés, Tokoyonokuni, que me resultan muy inspiradores. Hablando de Instagram, también sigo a escritores/as o dibujantes que veo que se toman cada vez más en serio su faceta de fotógrafos, como demuestran no solo su constancia, sino sus hallazgos. En fin, por terminar me gustaría destacar un colectivo de autores: Nophoto.
¿Cómo crees que ha variado la fotografía de autor actualmente?
Yo creo que es más rica, porque tiene más recursos a su alcance, y más atención pública y más soportes para la difusión. Y menos prejuicios. No sólo por parte de los autores, sino también por parte de editores y otros agentes mediadores. Además, el abaratar los costes de producción ha permitido un importante desarrollo de la autoedición, lo que ha supuesto un incentivo para la creatividad. La desventaja es que la competencia también es mayor. Aunque, por otra parte, eso es una ventaja.
¿Qué futuros proyectos o ideas tienes en mente?
Bueno… a corto plazo iré, invitado por Begira Photo, a hablar sobre foto y montaña a Durango. También estoy pendiente de una posible intervención en el CFC de Bilbao, y sigo abierto a la promoción de mi novela Avery Jones, que trata precisamente de un fotógrafo. Aparte de eso, estoy centrado en mi labor en el Centro José Guerrero, donde seguiremos desarrollando proyectos fotográficos (el año que viene, por ejemplo, está prevista una retrospectiva de Duane Michals).
BIOGRAFÍA:
Francisco Baena Díaz (Madrid, 1967) es licenciado en Bellas Artes por la UGR, máster en Estética y Teoría de las Artes por el IETA y doctor en Filosofía y Letras por la UAM, con la tesis “La huella de la luz. Una teoría para el texto fotográfico”, dirigida por Jesús González Requena. Ha escrito sobre arte, cine y estética para revistas especializadas, catálogos de exposiciones y libros colectivos. Ha comisariado varias exposiciones y publicado cinco libros, incluidos un ensayo sobre el significado de la fotografía (Vendas para los ojos, 2007) y una novela basada en la obra y la figura del fotógrafo Manuel Bello (Avery Jones, 2017). Trabaja, desde su creación, en el Centro José Guerrero, del que actualmente es su director.
“Más que en cualquier otro arte, en la fotografía yo no busco, sino que encuentro”, que al fin y al cabo es otro modo de enunciar mi lema: “En la fotografía siempre se ve después